Jack el Destripador (Jack the Ripper en inglés) es el nombre dado a un asesino en serie sin identificar al que se le atribuyen al menos cinco homicidios en el barrio londinense de Whitechapel (East End) en 1888, y cuyo modus operandi estuvo caracterizado por cortes en la garganta, mutilaciones en las áreas genital y abdominal, extirpación de órganos y desfiguración del rostro de mujeres que se dedicaban a la prostitución.
A mediados del siglo xix el East End de Londres tenía sobrepoblación y su nivel de calidad de vida era mísero. La situación empeoró con la proliferación de barrios de clase baja con notables índices de pobreza, violencia, alcoholismo y prostitución. Antes de los asesinatos, Whitechapel era asociado con casos de antisemitismo, racismo, delincuencia, disturbios y privación. Si bien la Policía Metropolitana de Londres, en coordinación con Scotland Yard, imputó solo cinco asesinatos al mismo individuo, sus registros incluyeron seis crímenes más que conformaron el expediente de Whitechapel. Entre 1887 y 1891 la prensa atribuyó otra serie de homicidios al Destripador, aunque existen discrepancias sobre este vínculo.
Pese a que se investigó aproximadamente a trescientos sospechosos, la investigación policíaca resultó ineficaz en el esclarecimiento de la identidad del asesino serial, y fue objeto de burla y polémica por parte de la prensa. Esto derivó en el establecimiento de un comité ciudadano encargado de patrullar las calles de Whitechapel, identificar a posibles sospechosos e investigar por su cuenta los asesinatos. Aunque el autor de los crímenes nunca fue identificado, surgieron varias teorías y sospechas por parte de la policía, prensa y autores para explicar los posibles conocimientos quirúrgicos, profesión u ocupación y salud mental del homicida. Algunos de los sospechosos a los que se investigó fueron Montague Druitt, Severin Klosowski, Aaron Kosminski y Francis Tumblety. La policía recibió al menos tres cartas supuestamente firmadas por el asesino, en las que este se mofaba de las investigaciones y amenazaba con seguir asesinando a prostitutas. Una de las misivas estaba firmada por «Jack el Destripador» y a partir de ese entonces el asesino comenzó a ser referido por este apodo.
El mito de Jack el Destripador ha sido el concepto central de varias obras literarias, artísticas y cinematográficas que, por lo general, combinan hechos reales con elementos ficticios y de terror, ayudando a consolidar una alegoría en torno al homicida que prevalece en la época contemporánea.